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Introducción
¿Cómo enfrenta la gente los eventos difíciles que cambian su vida? ¿Cómo reacciona a eventos traumáticos como la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, una enfermedad difícil, un ataque terrorista y otras situaciones catastróficas?
Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente su vida y que aumentan su estado de tensión. ¿Qué les permite adaptarse? Es importante haber desarrollado resiliencia, la capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a tomar una serie de pasos.
En Psicología se llama Resiliencia a la facultad que permite a una persona recuperase, después de haber sufrido un golpe emocional ya sea por la pérdida de un ser querido, de una dura enfermedad, de una situación de dura crisis económica o cualquier otra situación que lo podría hacer una persona destrozada, inservible.
Este escrito tiene el propósito de orientar a los pastores y consejeros cristianos bajo la cobertura de Fundamento para la Familia quienes apoyan a los que sufren a fin de que tomen su propio camino hacia la resiliencia.
Provee información sobre la resiliencia y algunos factores que afectan a la gente a enfrentar sus problemas. Gran parte de la información ofrecida se enfoca en el desarrollo y el uso de una estrategia personal para mejorar la resiliencia.
¿Qué entendemos por resilencia?
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Significa «rebotar» de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte.
La investigación ha demostrado que la resiliencia es ordinaria, no extraordinaria. La gente comúnmente demuestra resiliencia.
Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.
La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona. En Fundamento para la Familia trabajamos para que los hermanos aprendan estas conductas durante el proceso de discipulado.
El apóstol Pablo. Fue un hombre que pasó muchas dificultades en su vida pero a su vez alguien que aprendió el secreto de adaptarse a las difíciles situaciones con las que le tocó lidiar. Él lo expresa muy bien, con las siguientes palabras, escribiéndole a los cristianos en Filipo: “En todo lugar y en todas las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!” Filipenses 4:12 y 13
Pablo habla de haber aprendido un secreto de adaptación, una muestra absoluta de una persona resiliente, aquel que sufre un duro golpe, que es sometido a una fuerte presión, pero que se recupera.
En el concepto que Pablo expresa aquí, sería la persona que ayudada por Dios soporta los reveses de la vida sin dejar que le afecten su estructura, y se adapta a distintas circunstancias, saliendo victorioso de ellas.
Pablo, nos habla en el capítulo 4 de Filipenses de cómo su esquema de lucha frente a los reveses de la vida no era aguantarse o resignarse, sino un hacerle frente al viento de la prueba, echando mano de la fuerza que Cristo le daba, porque vientos siempre vendrán, pero lo importante es esa capacidad de recuperación de la que estamos hablando y permanecer firmes en nuestro lugar, cuando haya pasado la fuerte presión del tiempo.
Ser optimistas y tener emociones de esperanza nos podrán ayudar a salir adelante aunque sean acciones concretas y pequeñas sabiendo que esos pasos no nos sacarán de la situación que deseamos cambiar de forma inmediata pero que si nos conducirán si mantenemos un esfuerzo sostenido dirigido a la meta que deseamos lograr.
Mientras más recursos contemos a la hora de las crisis, mayor capacidad de resiliencia tendremos. En este sentido, las personas resilientes tienen una enorme capacidad para percibir y afrontar las crisis como oportunidades para crecer, para salir adelante, para poner a prueba sus propios recursos personales. El poder asumir las crisis con esperanza es un factor de igual forma importante para una persona resiliente pues comprende que lo que está viviendo es temporal y que podrá salir adelante fortalecido de la situación en la que vive por lo cual no se aferra a la situación de crisis como algo definitorio del cual no será capaz de avanzar hacia un cambio.
Todas las personas tenemos sueños, esperanzas, expectativas e ilusiones. Todos necesitamos sentirnos reconocidos en alguna medida y de forma equilibrada, apreciados y valorados. Sino se recibe esto de parte de las personas de las cuales se depende es probable que no se despierten todos aquellos mecanismos intrapsíquicos que necesitamos despertar para ser resilientes. Pero si las personas de las cuales se depende utilizan las suficientes destrezas para motivar, alentar, inspirar y guiar a un equipo de trabajo o por medio de las relaciones de ministerio y/o trabajo que se mantengan, es probable que el desempeño ministerial evolucione hacia la eficacia y la producción en todo su potencial. El pastor, el Servidor, el Asesor de cuidado integral deben ser personas motivadoras, que inspiran y guían a los obreros y los animas a seguir adelante.
Además de ser positivos, el sentido del humor también se ha demostrado ser un factor importante para despertar las capacidades resilientes pues quien es capaz de reírse de sus fracasos, quien admite en lo imperfecto algo perfecto, quien acepta que Dios siempre sacará algo bueno de lo malo que nos suceda, quien reconoce que todo colabora para el bien de los que aman a Cristo, quien logra reírse de si mismo, despertará todo el potencial interior para sacar las fuerzas para continuar buscando formas alternativas para solucionar su situación y podrá con ello despertar todos esos recursos interiores disponibles en situaciones límites.
Dios siempre sacará algo bueno de lo malo que nos suceda.
En la biblia, la historia de Job vemos una enorme capacidad de resiliencia. El muestra su frustración ante Dios pero no resuelve su crisis interior solo con frustración pues aunque no entendía la lógica y pedagogía de Dios para su vida, esas interrogantes que tenía y que no lograba comprender no le impidieron resolver su crisis de forma satisfactoria.
Job a pesar de que pelea con su humanidad no se queda solo con sus dudas. Al final resuelve con una profunda fe al aceptar que todo lo que proviene de la mano de Dios tiene que ser para su bien, él deja de pelear con la voluntad de Dios acogiendo con amor todo lo vivido y es en ese momento donde su capacidad interior es movida por su fe para ser fiel ante todas esas circunstancias de vida. Pudiéramos pensar que cuando Job dejó de pelear con Dios por medio de su razón para poder entender lo que le estaba pasando, fue que sus resortes interiores se prendieron y paso a aceptar la prueba en su vida de una forma resignada, lo que lo ayudó –gracias a su fe- a mantenerse fiel.
Los cristianos debemos de partir –por la fe- de que no existen cruces que no podamos cargar sin la ayuda de la gracia que Dios derrama en los corazones. Si Dios solo permite los sufrimientos que con su ayuda seamos capaces de cargar, entonces podemos tener la certeza de que en su hermosa creación hemos sido dotados en nuestra mente con los recursos interiores para poder hacer todas esas conexiones intrapsíquicas que nos permiten salir fortalecidos de ellas, transformándonos en unas mejores personas. La resiliencia es un recurso divino con el que hemos sido dotados para poder afrontar las adversidades. Pero no solo tenemos esa capacidad interior que todos podemos potenciar, sino que además contamos con la fe que nos ayuda a creer en lo que quizás aun no podemos ver.
Una combinación de factores contribuye a desarrollar la resiliencia. Muchos estudios demuestran que uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona. Podríamos los consejeros cristianos y pastores de Fundamento para la Familia trabajar en nuestras Iglesias a crear un ambiente propicio para desarrollar resilencia en los miembros que asisten.
Otros factores asociados a la resiliencia son:
Diez formas de construir Resilencia
Usted, como consejero cristiano y/o Pastor de Fundamento para la Familia deberá brindar apoyo y aconsejar lo siguiente:
Aprender del pasado
Considere lo siguiente:
Mantener una actitud de tolerancia y flexibilidad
La resiliencia conlleva mantener flexibilidad y balance en su vida en la medida que usted confronta circunstancias difíciles y eventos traumáticos. Usted lo puede lograr de diferentes maneras al:
Continuar viajando
Para resumir varios de los puntos principales en este escrito, piense en la resiliencia como algo parecido a tomar un viaje río abajo en una balsa.
En un río, puede encontrar rápidos, virajes, aguas lentas y áreas poco profundas. Como en la vida, los cambios que experimenta en el camino le afectan de forma diferente.
Viajar por el río, le ayuda el conocerlo y recordar las experiencias pasadas que ha tenido con él. Su viaje debe ser guiado por un plan, una estrategia que considere funciona para usted.
La perseverancia y la confianza en que Dios le ha dado capacidades para evitar los peñones y otros obstáculos son importantes. Puede ganar valor y perspicacia al navegar con éxito en las aguas embravecidas. Las personas en quienes confía y le acompañan en el viaje, pueden especialmente ayudarle a enfrentarte a los rápidos, las corrientes y otras dificultades del río.
Puede bajarse de la balsa y descansar en la orilla del río. Sin embargo, para terminar su viaje debe remontar la balsa y continuar.
La información ofrecida en este ensayo no debe usarse como substituto del cuidado profesional de salud general y de salud mental, o de la consulta a estos profesionales. Las personas que consideran que necesitan o que se beneficiarían de ese cuidado deben consultar un psicólogo u otros profesionales licenciados de la salud general y salud mental.
El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Salmos 23:1-3