Efesios 4:11-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Efesios 4:12 asigna el ministerio a todos los santos, mientras que 1 Corintios 12:28-30 y Romanos 12:6-8 proveen aspectos del ministerio más allá de las designaciones de Efesios 4:11-12.

Relativamente pocas dudas surgen de la validez de los evangelistas, pastores y maestros contemporáneos. Sin embargo, hay numerosas voces en la Iglesia hoy que están llamando a una restauración de los apóstoles y profetas, pensando que estos ministerios son la clave para su continuo crecimiento y vitalidad. El asunto es importante, y este documento es un esfuerzo para buscar una guía en las Escrituras sobre la autenticidad y vigencia de los cinco ministerios en las iglesias contemporáneas.








LOS APÓSTOLES DEL NUEVO TESTAMENTO
El Ministerio apostólico sigue vigente en nuestros días, NO hay texto bíblico o contexto bíblico que indique de que estos ministerios SOLO FUNCIONARON en la época de Jesús o solo fue activo hasta el primer siglo de la iglesia primitiva.
Se puede trazar el origen del ministerio apostólico a Jesús en los Evangelios. El Evangelio de Marcos, dice: “Y [Jesús] estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Marcos 3:14-15). Mateo y Lucas contienen atribuciones similares (cf. Mateo 10:2; Lucas 6:13). Parece que el número 12 era entonces significante, de modo que el título común para este grupo en los Evangelios es “los Doce” en vez de “los Apóstoles” (cf. Mateo 26:14, 20, 47; Marcos 4:10; 6:7; 9:35; Lucas 8:1; 9:1; 18:31; Juan 6:67; 20:24).
La designación “los Doce” también continuó en la vida de la iglesia primitiva por medio de los escritos de Lucas (Hechos 6:2) y el apóstol Pablo (1 Corintios 15:5). Además, Jesús mismo es llamado por el escritor a los Hebreos el “apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión,” (Hebreos 3:1).
La palabra apóstol viene del griego apostolos y puede ser traducida como delegado, enviado, mensajero, o agente. Como Jesús probablemente hablaba hebreo o arameo en vez de griego, es posible que shaliach en hebreo / arameo signifique casi lo mismo que apóstolos. Esta es la palabra común usada por Jesús y sus primeros seguidores y provee mucho antecedente básico conceptual.

Los rabinos en los días de Jesús utilizaban la palabra shaliach en un contexto más bien legal o alguien muy importante: “El agente de alguien (shaliach) es como él mismo.” Esto significaba que si el «agente enviado» hacía un trato, era lo mismo que si el hombre representado hubiera hecho el trato. El concepto moderno del poder notarial es semejante.
Estos textos bíblicos, en el original griego, nos llevan a pensar en que la palabra «apóstol» se usaba como un verbo y como un sustantivo.
Los Evangelios indican claramente que los primeros apóstoles fueron nombrados por Jesús para representarlo a Él. El corto registro de Marcos de la comisión inicial es “para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Marcos 3:14,15). Tiene que ver con el compañerismo personal con Jesús, predicar las buenas nuevas del reino de Dios de parte de Jesús, y participar del poder de Jesús para echar fuera demonios. Aparentemente, Jesús los envió temprano en el ministerio galileo con instrucciones de predicar y sanar a los enfermos (cf. Mateo 10:5-14; Marcos 6:7-11; Lucas 9:1-5). Como los setenta enviados después, su alcance inmediato era “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6).
EL CASO DEL APÓSTOL PABLO
Registrado tres veces en los Hechos (9:1-19; 22:4-16; 26:9-18) y frecuentemente insinuado en sus cartas (Gálatas 1:12), el informe de Pablo de su conversión demuestra la autenticidad y el poder de su llamado a ser un apóstol de Jesucristo. Como los Doce, reconoció que la función de apóstol era dada o conferida por un llamado personal en las apariciones de Cristo después de su resurrección (1 Corintios 15:5-7). Pablo reconoció que en ese sentido era “como a un abortivo [ektroma]” (1 Corintios 15:8). Normalmente esta palabra se usa para un aborto natural.
A pesar de su encuentro extraordinario con Cristo, Pablo no consideraba que su condición de apóstol fuera menor que la de los otros apóstoles. Ellos habían visto al Señor resucitado; él también. Regularmente declaraba que había visto a “Jesús el Señor nuestro” (1 Corintios 9:1).
Más adelante, en el libro de Hechos y las cartas Paulinas encontramos a otros personajes a quienes se les menciona como Apóstoles.
APÓSTOLES DE CRISTO
El sentido de Pablo de su propio llamado se refleja en la introducción de la mayoría de sus cartas: “Pablo…apóstol de Jesucristo” (1 Corintios 1:1; cf. 2 Corintios 1:1; Efesios 1:1; Colosenses 1:1, et al.) Las cartas de Pedro empiezan de manera parecida: “Pedro, apóstol de Jesucristo” (1 Pedro 1:1; cf. 2 Pedro 1:1). Pablo usó esta designación en el texto de 1 Tesalonicenses: “Aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo…” (2:6). Judas 17 se refiere a “las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.” Estas referencias dan la apariencia de que el título de “apóstol de Cristo (Jesucristo / Señor Jesucristo / Cristo Jesús)” era nomenclatura normal para todos los apóstoles a quien Cristo se había aparecido y señalado personalmente. Es casi siempre a este grupo que el título de “apóstol” se refiere en el Nuevo Testamento.
APÓSTOLES DE LAS IGLESIAS
De vez en cuando los expertos señalan una distinción entre “los apóstoles de Cristo” y “los apóstoles de las iglesias.” Pablo hablaba de los “hermanos” que eran “mensajeros [apostoloi] de las iglesias, y gloria de Cristo” (2 Corintios 8:23).
También escribió a los Filipenses acerca de “Epafrodito… vuestro mensajero [apostolon], y ministrador de mis necesidades” (2:25). Estas referencias proveen evidencia más que suficiente de que las iglesias primitivas usaban la palabra apóstol de vez en cuando para personas que no habían visto la resurrección. Lo erradica la tesis de que «para ser apóstol debió haber visto a Jesús», como lo sostienen algunos hermanos.
El ministerio apostólico sigue vigente en nuestros días, así como el ministerio profético y los otros ministerios de Efesios 4.



Los 25 Nombrados Apóstoles en el Nuevo Testamento
¿Cuántos Apóstoles se Nombran en la Biblia?
Una respuesta común de la gente es que solo hubo 12 apóstoles, pero si hacemos un estudio minucioso del Nuevo Testamento veremos que a más de 20 personas se les nombra como apóstol, en este capítulo nombraremos a cada uno de ellos.
1. Jesús
Nuestro primer apóstol es Jesucristo mismo.
En Hebreos 3:1 dice: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.”
Aquí se le da a Jesús el título de apóstol.
Hemos definido que un apóstol es uno que es enviado, entonces veamos los pasajes que nos muestran que Jesús fue enviado:
Juan 4:34
34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Juan 7:16
16 Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
Juan 7:28
28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
Juan 7:33
33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
Juan 8:42
42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
Juan 12:44
44 Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
Juan 20:21
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
En estos pasajes Jesús dijo 7 veces que había sido enviado por el Padre.
En Juan 3:16 podemos ver claramente cuál fue el propósito por el que fue enviado por el Padre: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
Dios envió a Jesucristo con el propósito de que el mundo pudiera ser salvo pudiera ser salvo por medio de Su muerte expiatoria en la cruz.
Otra cosa que hemos dicho es que el apóstol toca a los otros cuatro dones del ministerio, es decir, que durante su ministerio puede fluir en cualquiera de los otros dones del ministerio según sea la necesidad.
Veamos lo que la Biblia dice acerca de Jesucristo:
En Mateo 13:57, Jesucristo mismo se llamó profeta: “Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.”
En Lucas 19:10, vemos a Jesucristo mostrar el corazón de un evangelista: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Y en Lucas 4:43 dijo: “Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.”
Como evangelista Jesús salía de ciudad en ciudad anunciando el Evangelio de Dios.
En cuanto a su ministerio como pastor, Jesús mismo dijo en el Evangelio de Juan:
Juan 10:11-16
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Y en cuanto a su ministerio como maestro podemos ver muchas citas en los evangelios; pero veamos solo una:
Mateo 9:35
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Con estos versos podemos ver que Jesús fue un apóstol porque fluyó en los otros cuatro dones del ministerio.
Durante su ministerio terrenal Jesús eligió 12 apóstoles que lo acompañaron durante casi todo su ministerio terrenal.
En Mateo podemos ver la primera aparición de la palabra “apóstol” y está en relación con los 12 discípulos que escogió:
Mateo 10:1-8
1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;
3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.
5 A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,
6 sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
Aquí encontramos la lista de los apóstoles que eligió, y son los apóstoles del 2 al 13.
2. Pedro
3. Andrés
4. Jacobo
5. Juan
6. Felipe
7. Bartolomé
8. Tomás
9. Mateo el publicano
10. Jacobo hijo de Alfeo
11. Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
12. Simón el cananista
13. Judas Iscariote
A la muerte de Judas los 11 apóstoles que quedaron tuvieron que elegir uno nuevo.
Hechos 1:15-26
15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo:
16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús,
17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio.
18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron.
19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre.
20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio.
21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,
22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido,
25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar.
26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
Podemos ver que lo que ellos buscaban era un substituto para Judas que hubiera estado presente durante el ministerio de Jesús y así eligieron a quién es nuestro apóstol catorce:
14. Matías
Nuestros siguientes apóstoles aparecieron en la iglesia de Antioquía, con el encargo principal de llevar el Evangelio a los gentiles:
Hechos 13:1-4
1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
En el siguiente capítulo de Hechos se les nombra específicamente como apóstoles:
Hechos 14:4, 14
4 Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles.
14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces.
Ya que la Biblia los llama apóstoles vemos que nuestros apóstoles quince y dieciséis son:
15. Pablo
16. Bernabé
Pero la Biblia no termina la lista ahí, sino que todavía nos muestra algunos más:
En Gálatas encontramos nuestro siguiente apóstol:
Gálatas 1:19
19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor
Entonces nuestro apóstol diecisiete es:
17. Jacobo, el hermano del Señor
En Romanos 16:7 encontramos nuestra siguiente pareja de apóstoles:“Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.”
Gordon Lindsay escribe acerca de este pasaje: Como lo pone un escritor: «¿Si fuéramos a decir que cierto hombre es destacado entre los ministros lo que querríamos decir no sería simplemente que era un ministro?”.
Es claro el significado de que Andrónico y Junías son nuestros apóstoles dieciocho y diecinueve.
18. Andrónico
19. Junias
En 1 Tesalonicenses 1:1 y 2:6 encontramos nuestros siguientes apóstoles.
En el versículo 1 dice: “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
Vemos que esta carta la escribieron estos tres ministros del evangelio. Veamos lo que dice el versículo 2:6: “ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.”
De ahí podemos ver que los tres eran apóstoles de Cristo; por eso nuestros apóstoles veinte y veintiuno son:
20. Silvano
21. Timoteo
Nuestro siguiente apóstol lo encontramos en Primera de Corintios:
1 Corintios 4:4-9
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor.
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
8 Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!
9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.
Aquí Pablo está hablando de su ministerio y el de Apolos, presentando a ambos como apóstoles; entonces nuestro apóstol veintidós es:
22. Apolos
Para los siguientes tres apóstoles que veremos, en la Biblia se utiliza la palabra “mensajeros”, la cual en el griego es apóstolos y es traducida en otras partes de la Biblia como apóstol.
2 Corintios 8:16-23
16 Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros.
17 Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros.
18 Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias;
19 y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad;
20 evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos,
21 procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres.
22 Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tiene en vosotros.
23 En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo.
En este pasaje encontramos a dos hermanos sin nombre que acompañaron a Tito para llevar la ofrenda de los santos en Jerusalén, a estos hermanos se les llama mensajeros en el versículo 23, pero en el griego apostolos, es decir, ambos eran apóstoles.
Aunque no se les da un nombre, la Biblia describe a los apóstoles 23 y 24 como:
23. El hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias
24. El hermano cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces
Y finalmente cerramos nuestra lista con el mensajero, es decir, apóstol, que salió de la iglesia de Filipo:
Filipenses 2:25
25 Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades
Entonces, nuestro apóstol veinticinco es:
25. Epafrodito
Esta es la lista de los 25 apóstoles que encontramos en la Biblia.
LAS CARACTERÍSTICAS DE UN APÓSTOL
Procurando proteger a los corintios de la seducción de los “falsos apóstoles”, Pablo señaló características (semeion, “señal,” 2 Corintios 12:12) que identificaban a un apóstol genuino. De este contexto y del trasfondo general del Nuevo Testamento, lo siguiente es obvio:
- La primera y más importante característica de un verdadero apóstol de Cristo era que había visto al Señor resucitado y había sido comisionado personalmente por Él como testigo de su resurrección (Hechos 1:21,22; 1 Corintios 9:1; 15:7,8). Entonces ellos fueron llamados apropiadamente “apóstoles de Cristo.”
- El llamado y la comisión personal del Cristo resucitado tenían que ser consumados en el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4 [para Pablo, vea Hechos 9:1-17]), en cuyo tiempo el don espiritual, o carisma, del apostolado fue concedido. Este entendimiento se refleja, por ejemplo, en la declaración de Pablo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles…” (Efesios 4:11) y “del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder” (Efesios 3:7). El Espíritu con su poder y ungimiento puso a los apóstoles primero entre los líderes de la iglesia (1 Corintios 12:28).
- Los apóstoles fueron capacitados sobrenaturalmente para la predicación y la enseñanza profética. Para ilustrar, cuando el Espíritu cayó en Pentecostés, los discípulos hablaron “en otras lenguas, según el Espíritu les daba [apophthengomai] que hablasen” (Hechos 2:4). Encarados con las confusas y contradictorias opiniones de la multitud, Pedro “poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo” [apophthengomai] (2:14) en una magistral explicación que tuvo por resultado la conversión de 3.000 almas.
El verbo griego apophthengomai se usa para indicar la inspiración profética, que en este contexto es el resultado inmediato de la facilitación del Espíritu.15 Pablo expresaba mucho la misma conciencia: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:4).
- Con el don apostólico también vinieron los dones espirituales milagrosos (1 Corintios 12:8-10). “Las marcas [semeia, “señales”] distintivas de un apóstol16, tales como señales, prodigios y milagros, se dieron constantemente entre ustedes” (2 Corintios 12:12, NVI). El libro de los Hechos atribuye numerosos milagros a Pedro, Pablo, y a los otros apóstoles (Hechos 5:12; 9:32-43; 13:6-12; 14:3; 16:16-18; 19:11; 28:7-9). Obviamente, Pablo consideraba tal ministerio milagroso como una característica esencial del verdadero apóstol. Él también enseñó y predicó entre ellos “con demostración del Espíritu y de poder” para que su “fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4,5).
- Los apóstoles eran los maestros con autoridad en la iglesia primitiva, tanto en las creencias como en la práctica. Más que otra cosa fueron encomendados con la precisión y pureza del evangelio de Jesucristo. Como Pablo escribió, “porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3,4; cf. Hechos 2:42; Romanos 16:17; Gálatas 1:8; Tito 1:9). El motivo de sus predicaciones y enseñanzas es expresado en Efesios 4:12,13: “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” La doctrina apostólica se hizo el contenido del canon del Nuevo Testamento. Se entiende que los apóstoles escribieron los libros canónicos o eran el principal origen y garantizadores de su naturaleza inspirada.
- Los apóstoles fueron comisionados como misioneros y plantadores de iglesias. Los que están en el Nuevo Testamento hicieron esto con buen éxito. La Gran Comisión (Mateo 28:16-20) fue dada específicamente a los Once, quizás junto con los “más de quinientos” (1 Corintios 15:6). El impulso misionero tiene vida por medio de los informes de la comisión apostólica (cf. Lucas 24:47; Juan 20:21; Hechos 1:8; 9:15; 22:15; 26:17,18; Gálatas 1:15-17; et al.).
- Sufrir por la causa de Cristo parece haber sido una característica principal del ministerio apostólico. Con su larga historia personal de sufrimientos por el evangelio Pablo validó su ministerio y equipó a la iglesia de Corinto contra las seducciones de los falsos apóstoles. “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:24).
- Los apóstoles tenían alma de pastor y eran de naturaleza sociables. El amor de Pablo por sus feligreses y sus compañeros del ministerio fluye en sus cartas. Los saludos extensos y cariñosos en la conclusión de Romanos son notables (16:1-16). Repetidamente usa un vocabulario paternal (cf. 1 Corintios 4:15; 2 Corintios 12:14,15). A los corintios, los celaba “con celo de Dios” (2 Corintios 11:2). A los de Tesalónica, Pablo escribió que los amaba y cuidaba como “nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tesalonicenses 2:7). El lenguaje en las cartas de Pedro (1 Pedro 4:12; 2 Pedro 3:1) y Juan (1 Juan 2:7, et al.) destaca los mismos instintos pastorales.
DR. HECTOR SALINAS AYALA
hectorsali@yahoo.es