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“Aparte de los dos diezmos, que como os he dicho, deberéis pagar todos los años, uno para los levitas y el otro para las fiestas, deberéis aportar cada tres años un tercer diezmo para ser distribuido entre los necesitados, las mujeres viudas y los niños huérfanos que participaban en la comunidad de hijos de Dios”, afirmaba el gran escritor Josefo en su libro Antigüedades de los Judíos, libro 4, capítulo 8, sección 22.
En la biblia se mencionan tres diezmos lo que promediaban un total aproximado a 34% de la provisión que el Señor da sus hijos.
El primero se llama el diezmo del Señor. Se daba el diez por ciento para los sacerdotes y levitas porque no fueron dados propiedad en la distribución de la herencia en la tierra (Nm. 18:21).
Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión. (Números 18:21).
El segundo fue usado para la fiesta de tabernáculos, en celebración de la provisión de Dios (Dt. 14:22-27). Fue llamado el diezmo de festival. Era un tipo de “presupuesto” o dinero guardado de parte de cada familia, y se utilizaba para las celebraciones del pueblo de Dios. De esta manera, ninguna familia podía decir que no podría ir a celebrar las fiestas del Señor por falta de recursos. Todos debían diezmar de sus recursos por medio de este segundo diezmo, y así tendrían los recursos para los eventos importantes del pueblo de Dios.
El tercer diezmo fue para los pobres, huérfanos, viudas, y levitas que formaban parte de la comunidad. Se guardaba este diezmo y se distribuía cada tres años. (Dt. 14:28-29).
27Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo.28Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. 29Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren. (Deuteronomio 14:27-29).
¿De qué cosas debían diezmar los israelitas?
“De todo el producto del grano” (Dt.14:22) “De… vino y de… aceite” (Dt. 14:23).
“De la simiente de la tierra como del fruto de los árboles” (Lv. 27:30).
“De vacas… de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara”, es decir, que fueran contados al salir a los pastos (Lv 27:32).
La enseñanza básica aquí es que se debe diezmar de todo lo que ha incrementado o producido fruto en nuestras vidas. Por ejemplo, cuando Abraham pagó diezmos, los pagó de todo lo que ganó en la batalla. Los diezmos se dan de las ganancias.
Haciendo comparación de los tiempos antiguos, aunque ningún pasaje del Antiguo Testamento enseña el diezmo del dinero, según Lucas 18:12 el fariseo que oraba, jactándose, dijo: “Doy diezmos de todo lo que gano.” Sus palabras implican que él sí diezmaba de su dinero.
También en el Antiguo Testamento, los que vivían lejos del lugar de reunión debían vender sus productos y llevar el dinero para ocupar en el lugar de reunión.
¿Era posible “tomar prestado del diezmo”?
Sí, entre el pueblo de Israel, Dios les permitía tomar prestado de su diezmo, si así lo creían necesario. Si lo hacían, debían luego añadir por encima de su precio justo la quinta parte del precio.
Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. (Levítico 27:31)
Aplicando esto al Nuevo Testamento, si en algún momento nos es necesario usar nuestro diezmo para otra cosa, deberíamos repagarlo después, dando aún más que la parte que ocupamos. Sin embargo, nunca es bueno “comer” toda nuestra “semilla”. Cuando el campesino utiliza toda su semilla para alimentarse o alimentar al ganado, no tiene nada que sembrar, y por lo tanto, no habrá más cosechas.
¿Qué debían hacer los israelitas con los diezmos?
El diezmo del Señor se entregaba al “alfolí”, el granero o almacén, donde se guardaban los diezmos para luego ser distribuidos. Era administrado por los sacerdotes y levitas, quienes lo ocupaban para sostenerse y hacer el trabajo al cual habían sido llamados. No tenían una herencia de tierra entre el pueblo, así que no sembraban los campos. Ellos eran dedicados a la obra de Dios, y por lo tanto, sus ingresos provenían de los diezmos de las demás tribus.Los israelitas no tenían un control sobre lo que sucedía con sus diezmos. Simplemente los daban en obediencia al Señor. Los levitas eran los encargados de administrarlos, pero el pueblo no podía opinar sobre su uso.
El segundo diezmo era guardado en casa de cada persona y lo ocupaban para asistir a las fiestas de Dios y para gozarse ante el Señor. Si vivían lejos, podían vender sus producto, llevar el dinero, y comprar allí. Este diezmo podía usarse como cada persona quisiera, siempre que fuera para celebrar en alabanza delante del Señor y asistir a las fiestas sagradas.
El tercer diezmo se entregaba a los necesitados, incluyendo a los huérfanos, a las viudas, y al levita. Este diezmo se daba para que el pueblo no se olvidara de los que tenían necesidad. Era un fondo que se utilizaba para ayudar a los que estaban sufriendo entre el pueblo.
¿Debían diezmar también los levitas?
Sí, los levitas debían diezmar el “diezmo de los diezmos”, el cual se entregaba al sumo sacerdote Aarón.
Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón. (Números 18:28)
La enseñanza aquí es que los ministerios de reciben parte del diezmo también deberían diezmar. Los líderes deben pedir al pueblo diezmar si ellos mismos no lo están haciendo. Hoy en día estos diezmos se pueden apartar para los ministerios visitantes y los que tienen proveen la cobertura apostólica sobre la iglesia.
Hay mucha enseñanza polémica sobre este asunto. Pero la polémica tiene su raíz en dos conceptos equivocados: Dicen que los diezmos son únicamente de la Ley, y que el Nuevo Testamento no enseña el diezmo.
Los diezmos tienen su inicio en la Biblia antes de la Ley.Muchos han rehusado ver el diezmo como algo que se debe practicar en la iglesia el día de hoy porque ponen el diezmo en la categoría de las cosas de la Ley de Moisés. Puesto que ya no estamos bajo la ley (vivimos por fe y por gracia), dicen que ya no es necesario diezmar.
Cuando nos damos cuenta de que el diezmo inició con un hombre de fe, de hecho, el padre de la fe, Abraham, vemos que los diezmos se daban fuera del tiempo de la Ley. Abraham diezmaba. El patriarca Jacob también diezmaba. Cuando tuvo el sueño de la escalera, le prometió a Dios entregarle los diezmos de todo.
Es cierto que los diezmos continuaron bajo la Ley ya como obligación, pero puesto que tuvieron su inicio antes de la Ley, no podemos afirmar que son únicamente de la Ley.
Los diezmos sí son enseñados en el Nuevo Testamento.
Jesús enseñó el diezmos. Jesús alabó a los fariseos por diezmar todo lo que diezmaban, pero condenó su omisión de otros asuntos tan importantes como la misericordia, el juicio y la fe. Afirmó que era necesario que diezmaran, ¡no que dejaran de diezmar!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. (Mateo 23:23)
El libro de Hebreos enseña el diezmo.
El autor de la epístola enfatiza la relación de pacto. En Hebreos 7, se trata del Pacto Abrahámico y el Nuevo Pacto. Los diezmos no se pueden separar de la relación de Pacto. Abraham fue un hombre de pacto y un diezmador. El pueblo de Israel estaba bajo el Pacto Mosaico, y mientras permanecían fieles al Señor, daban sus diezmos. El Nuevo Pacto también implica un diezmo.
Se enfatiza el hecho del sacerdocio según el orden de Melquisedec, quien representa a Cristo. Se nos enseña que aún Aarón y los levitas dieron su diezmo, estando todavía “en Abraham” (serían sus descendientes). Si Abraham dio diezmos, entonces su semilla natural y espiritual también debía dar el diezmo.
¿A quién hay que diezmar?
Abraham dio su diezmo a Melquisedec. Puesto que Melquisedec representa a Cristo en el tiempo de Abraham, nosotros debemos deizmar a Cristo
El autor de la epístola enfatiza la relación de pacto. En Hebreos 7, se trata del Pacto Abrahámico y el Nuevo Pacto. Los diezmos no se pueden separar de la relación de Pacto. Abraham fue un hombre de pacto y un diezmador. El pueblo de Israel estaba bajo el Pacto Mosaíco, y mientras permanecían fieles al Señor, daban sus diezmos. El Nuevo Pacto también implica un diezmo.
Se enfatiza el hecho del sacerdocio según el orden de Melquisedec, quien representa a Cristo. Se nos enseña que aún Aarón y los levitas dieron su diezmo, estando todavía “en Abraham” (serían sus descendientes). Si Abraham dio diezmos, entonces su semilla natural y espiritual también debía dar el diezmo. ¿A quién hay que diezmar? Abraham dio su diezmo a Melquisedec. Puesto que Melquisedec representa a Cristo en el tiempo de Abraham, nosotros debemos diezmar a Cristo.
Nosotros recomendamos entregar los diezmos y ofrendas en la iglesia local donde usted está comprometido, o de quien está recibiendo alimento espiritual.
Si todo el pueblo de Dios es un sacerdocio santo, ¿por qué todavía hay que entregar diezmos?
El Nuevo Testamento claramente enseña que cada miembro del Cuerpo de Cristo es un sacerdote. El sacerdocio de todos los santos es una enseñanza básica y verídica que está siendo restaurado a la Iglesia en este tiempo. Cada cristiano tiene acceso directo delante de la presencia de Dios y puede ministrarle personalmente. No es necesario acercarnos a Dios por medio de un intermediario. Cristo mismo es el sumo sacerdote que nos abre paso delante del trono de Dios, y todos podemos acercarnos confiadamente.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (1 Pedro 2:9)
15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:15-16)
Pero esto no elimina la necesidad de ministerios llamados por Dios para el Cuerpo de Cristo. Los que argumentan que no es necesario dar diezmos, puesto que ya no hay una clase especial de “sacerdotes” a quienes sostener no están tomando en cuenta el orden de autoridad y ministerios que Dios ha establecido en el Nuevo Testamento.
Hay varios ministerios establecidos en el Cuerpo de Cristo hoy:
Los cinco ministerios de Efesios 4:11-14. Estos están puestos en la Iglesia como ministerios gubernamentales, o como autoridades delegadas por Dios para ordenar y ministrar a los santos.
Los ministerios de los ancianos u obispos, quienes supervisan la obra del Señor, pastoreando, enseñando, orando por las necesidades y ministrando a los santos.
Otros ministerios que dedican un tiempo importante en la obra de Dios, sea en asuntos espirituales o asuntos prácticos.
¿Puede la iglesia sostener económicamente a sus ministerios?
Sin duda alguna. “Ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Co. 9:14). En ocasiones, el apóstol Pablo trabajaba con sus propias manos para “no poner ningún obstáculo al evangelio” (1 Co. 9:12), o “para no ser gravoso a ninguno” (2 Tes. 3:8). No obstante, a veces recibía “salario” (2 Co. 11:8), y siempre defendía el derecho de los obreros en el reino espiritual de recibir sostenimiento (1 Co. 9:1-15; 2 Tes. 3:6-10; Fil. 2:25-30; 4:10-20; 1 Ti. 5:17-18).
17Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
18Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario. (1 Timoteo 5:17-18)
Los ministerios principales de la iglesia reciben en proporción de su función, involucramiento y trabajo en el ministerio de la iglesia.
¿Para qué usa la iglesia los diezmos y las ofrendas?
Para ayudar a sostener a los pastores y ministerios principales de la Palabra.
Para pago de renta, luz, agua, etc.
Para proclamar el Evangelio entre las naciones
Para ayudar a los necesitados
Para comparar materiales para uso en su propósito de proclamar el Evangelio (equipo, instrumentos, computadoras, materiales para niños, jóvenes, Biblias, etc.)
Para construcción
Para equipar a sus líderes para la obra
Para traer a ministerios invitados para ministrar a la congregación.
Etc.