Veo que muchas personas se asombran de la terminología que se utiliza actualmente en eventos públicos de actividad cristiana. Tristemente, hay muchas cosas que algunos repiten, simplemente porque las han oído de otros pero sin saber de que se trata. Y otros lo rechazan sin analizar textos bíblicos o reflexionar al respecto.
Escribí algunas cosas sobre el tema, que NO tiene intención de debate más bien es para pensarlo y reflexionar al respecto sea que esté de acuerdo o no con esta práctica.
Comencemos con algunos versos bíblicos:
El Señor nos dice «He aquí os doy potestad, ollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.» – Lucas 10:19
Apocalipsis 1:6
Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; a él sea gloria e imperio para siempre jamás. Amén.
Apocalipsis 5:10
Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
1 Pedro 2:9
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable.
Éxodo 19:
Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás á los hijos de Israel.
Daniel 4:17 NTV
Pues esto es lo que decretaron los mensajeros; es lo que ordenan los santos, para que todos sepan que el Altísimo gobierna los reinos del mundo y los entrega a cualquiera que él elija, incluso a las personas más humildes’.
ALGO PARA REFLEXIONAR
La Biblia y los Decretos: Todas las veces que se mencionan los mandamientos divinos, se da referencia a los asuntos decretados por Dios para Israel y el mundo. La Biblia tiene otras referencias de Reyes de otras naciones estableciendo órdenes y decretos para sus súbditos. Hay solamente un verso bíblico donde se encuentra una profecía determinada, y con un decreto hecho por Dios respecto a Jesucristo. Esta profecía dice: «Yo empero he puesto mi rey Sobre Sión, monte de mi santidad. Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy”. Pídeme, y te daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra.» -Salmo 2:6-8. * — Dependiendo de la versión bíblica, la palabra “decreto” podría estar cambiada por otra similar o asociada a su significado. Siendo una profecía bíblica, el verso anterior se toma como un decreto divino, y se proclama como palabra verdadera y divina, en la frase… “Jehová me ha dicho“. Muchas profecías están catalogadas como decretos de Dios. Siendo hombres los que hablaron la palabra de Dios, ellos establecieron los decretos por inspiración y revelación divina. “Porque la profecía no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.” -2 Pedro 1:21.
Basado en todo esto, decretar es: Tomar la palabra escrita, apropiarse de la promesa, proclamar el derecho que Dios concede, perseverar creyéndola, y confesarlo constantemente en oración. En la Biblia encontramos a los profetas a lado de los Reyes, y ellos consultando a Dios a través de los videntes para gobernar a Israel. Es muy común ver en las Escrituras a los padres decretando sobre el futuro de sus hijos. En el Nuevo Testamento leemos de la autoridad del apóstol Pablo sobre decisiones que marcaron el destino de muchas iglesias que él fundó. No obstante, siendo el tema tan importante y delicado; esto amerita una explicación más amplia. Lea todo el tema, para sacar una conclusión correcta.
UN DECRETO ES UNA DECISIÓN: Concepto común: Un decreto es una decisión o resolución que toma una persona u organismo, con la autoridad que tenga para establecerlo. Un decreto se establece como una orden en términos de autoridad, para ser declarada legal.
Existieron hombres que decretaron de parte Dios bajo los términos de inspiración divina, y así fue como se establecieron nuevos estándares en favor del pueblo de Dios. Estos decretos divinos restablecieron una nueva manera de búsqueda y acercamiento a Dios. Un gran ejemplo está en lo que había en el corazón de David para obedecer la palabra de Dios. La Biblia dice: “Y David mi padre tuvo en el corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.” -2 Crónicas 6:7. — Todo comenzó con el Rey David, decretando de corazón levantar una casa para Dios. Esta decisión y resolución de David fue aceptada por Dios, y Dios decretó por designio divino que David proveería los materiales; y que luego Salomón como su hijo, edificaría el templo o la casa de oración para Israel.
Aquí quiero señalar el tema del ‘decreto’ pero bajo los términos de inspiración divina, es decir; evitar utilizar los decretos como expresión de un deseo carnal o pasión humana o egoísta.
Cuando el Templo de Israel fue edificado, Salomón tuvo la firme decisión de hacer decretos en la gran dedicación del templo. Aquí algunos versículos: “Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste, Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar.” -2 Crónicas 6:20. — Salomón decretó que la casa edificada fuera el centro de la oración y la adoración para Israel. Salomón decretó que Dios proveería perdón, juicio, victorias, y provisión a los que se acercaran al Santuario que Él había edificado. El templo sería un centro de confesión, arrepentimiento, sacrificios, y un lugar de reconciliación para todo extranjero que llegara á buscar a Dios. Se le puede llamar inspiración, revelación, ó iluminación; no obstante, lo que Salomón dijo en su oración a Dios, quedó establecido por decreto divino para la posteridad en Israel.
Cientos de años después de tan magno acontecimiento, se confirmaron los decretos de Salomón. En los días de Jesucristo los asuntos religiosos habían cambiado en Israel. Un día Jesús manifestó su celo por lo que había quedado establecido por Salomón. El enojo de Jesús con los que habían profanado el templo, demostró como Dios mantenía vigente el decreto de Salomón. Jesús dijo: “…Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho.” -Mateo 21:13. — Aunque no se haya usado el término decreto, se deduce que lo dicho por Salomón quedó como palabra de autoridad por generaciones. Lo que fue establecido, a partir de la oración a Dios hecha por Salomón, quedó como un decreto divino. Todo lo que Dios estableció sobre la creación, lo que habló de Israel, de las naciones, del pecado y la maldad, de los angeles y sus servidores; son decretos, porque son decisiones hechas por El Rey y El Señor de toda la tierra. Sin embargo, siendo Dios poderoso, tomó en cuenta hechos y palabras humanas, para establecer orden y el destino de las generaciones por venir.
Aquí también quiero señalar que el hecho de que Salomón no haya utilizado la palabra «Yo decreto…», no significa que no haya sido un decreto real que incluso impulsó a Jesús reaccionar como reaccionó.
LA BIBLIA Y LOS DELEGADOS: El apóstol Pedro, dice: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme a la virtud que Dios suministra: para que en todas cosas sea Dios glorificado por Jesucristo, al cual es gloria e imperio para siempre jamás. Amén.” -1 Pedro 4:11. — Hablar la palabra de Dios es hablar con la autoridad divina. Dios concede autoridad especial a los que Él llama, y a quienes pone como delegados en el ministerio. Tu nivel de autoridad es establecido por Dios, y no puedes decidir o ir más allá de lo que te han delegado.
La Biblia dice: “El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá.” -Mateo 10:41.
El poder no está en quien habla, sino por quien se habla. La autoridad no está en quien la ejerce; sino por quien, o a nombre de quien es ejercida.
También el apóstol Pablo dijo: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” -2 Corintios 5:20. — Un hijo de Dios llamado al ministerio, es considerado un embajador. Donde hay ministerio delegado, hay autoridad delegada por Dios. Hablar la palabra de Dios, es hablar de parte de Dios con la autoridad que Él ha concedido. Algunos autores dan la interpretación de “Profetizar” como hablar la palabra de Dios escrita, y establecida como inspirada y revelada por el Espíritu Santo.
En el ministerio Fundamento para la Familia creemos que es necesario reconocer que los que son puestos por Dios tienen un llamado al ministerio de la reconciliación. Si alguien es embajador de Dios, estará más cercano á la autoridad divina, para ser usado como instrumento veraz de sus propósitos. El asunto de decretar no es para todos, y si se tiene un cargo de representación divina, éste no se debe ejercer egoísta o inconcientemente, é ir en contra de la voluntad de Dios.
No se puede abusar de la autoridad delegada para hacer declaraciones en búsqueda de beneficios personales.
Aunque todos sean hijos de Dios, solo los escogidos por Él serán sus representantes en medio de su pueblo. Recuerden, si algo está en la Biblia, y por ello es invocado y reconocido el nombre del Señor; ésto es lo que debe ser establecido como palabra divina. Si Dios decretó algo, y alguien lo repite diciendo que él lo decreta, podría llegar a ser un usurpador con una autoridad que no le corresponde. En vez de usar el término “yo decreto“, se podría utilizar un término más fácil de digerir entre otras formas que hay para declarar o confesar la Biblia, la Palabra de Dios escrita. “Dios decretó” ó “El Señor dijo“; ó también, “La Biblia dice“; éstas podrían ser las expresiones más válidas, si a renglón seguido se declara y proclama lo que literalmente está en las Escrituras. Solo Dios puede decretar decididamente en favor ó en contra de la humanidad. El hombre no puede decretar por sí mismo, é ir en contra de la naturaleza de los decretos de Dios. Sin embargo, si se toman los decretos de Dios, y se pronuncian en fe; Dios hará lo que ha establecido, y Él confirmará con hechos lo que habló y quedó escrito en su palabra.
Aquí están otros ejemplos de palabras dentro del uso semántico del castellano; pero, fundados en lo que la Biblia dice.
DECLARAR
Concepto Común: Declarar es exponer y aseverar firme y públicamente una cosa. Una declaración es un manifiesto que da a conocer las decisiones de una institución o administración, y muchas veces bajo juramento. Estando bajo autoridad del Espíritu Santo y su administración, la palabra de Dios debe ser declarada con eficacia.
Las palabras tienen poder, pues éstas pueden causar dolor o bendición. Sin embargo, el poder de las palabras va mucho más allá de lo que nos hacen sentir. Nuestras palabras tienen un poder sobrenatural —un poder que cambia circunstancias y moldea destinos—.
De hecho, escoger y declarar palabras es la única habilidad que diferencia al ser humano del resto de la creación de Dios.
El ser humano fue creado con un propósito y un destino, ¡el cual ni el pecado, ni el diablo con todos sus demonios podrá cambiar!
¿Cómo podía Adán sojuzgar y tomar dominio sobre la Tierra? No lo haría por medio de la fuerza externa o por medio de la manipulación. Sino declarando palabras de fe. Las palabras son espirituales, pues conllevan poder. En Proverbios 12:14, dice que seremos saciados con el bien del fruto de nuestra boca.
Génesis 2:7: «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente» (RV95). Algunas notas acerca de este versículo, según los antiguos comentaristas judíos, nos explican que el ser humano se convirtió en: «Un espíritu viviente que habla de la misma forma que habla Dios».
Esto no debería sorprendernos. Después de todo, el ser humano fue creado a la imagen de Dios, quien no usó solo pensamientos; sino palabras para crearnos a nosotros y a todo el Universo en el cual vivimos. Cuando Dios dijo: «Sea la luz.», la luz fue creada.
Abraham vivió de esa forma. Vemos que no tenía hijos, y casi a sus 100 años de edad, creyó: «…conforme a lo que se había dicho: «Así será tu descendencia», y se convirtió en padre de muchas naciones (Romanos 4:17-20). David también vivió de esa manera: «Diré yo a Jehová: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré» (Salmos 91:2, RV95). El primer paso para actuar conforme a nuestra fe en Su Palabra, es poniéndonos de acuerdo con las cosas que Él ha declarado.
Las palabras revelan lo que en realidad creemos. Jesús dijo en Mateo 12:34, 37: «…porque de la abundancia del corazón habla la boca. pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado» (RV95). Por esa razón, es de suma importancia declarar lo que Dios ha declarado. Pues al hacerlo, tu mente comenzará a creer y a ponerse de acuerdo con la Palabra de Dios; en lugar de estar de acuerdo con los síntomas de tu cuerpo, situaciones en tu vida y lo que escuchas de las demás personas a tu alrededor.
Una declaración de sanidad es bíblica, cuando se hace en fe. La Biblia asegura una redención completa, porque se decretó sanidad cientos de años antes que Jesús viniera a cumplir su misión y propósitos. Así está escrito: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” -Isaías 53:4. — Fue profetizada por Isaías la sanidad de las enfermedades causadas por el pecado, y Jesús vino a cumplir las promesas del poder de Dios, sobre el pecado.
El Evangelio de Mateo lo confirma, usando la misma declaración profética de Isaías, diciendo: “Para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” -Mateo 8:17. — También el apóstol Pedro lo declaró con una aplicación firme é inspirada, diciendo: “El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos á los pecados, vivamos á la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados.” -1 Pedro 2:24.
Finalmente
Solamente un hijo de Dios que se somete a la autoridad de Dios y vive lo que predica, será tomado en cuenta por lo que vive, y no por lo que dice.
¿Puedes decretar? — Si y No — Si puedes declarar los decretos y promesas de Dios, cuando tu vida esté en la capacidad de honrar a Dios por lo que hagas, y cuando Dios te entregue la autoridad correspondiente para obrar en su nombre y en favor de sus propósitos. No puedes decretar ó proclamar la palabra de Dios, cuando busques tu propia gloria y vanidad ministerial, y cuando tomes atribuciones que no corresponden al llamado que Dios aún no te ha dado. Ten cuidado de como usas la palabra de verdad, porque serás sometido á prueba por lo que confiesas. Jesús dijo: “Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.” -Mateo 12:36.