Cristianos en la política

Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César. Filipenses 4:22

San Pablo concluyó su Epístola a los Filipenses con estas expresivas palabras: «También os saludan todos los santos, en especial los de la casa del César». ¿Quiénes eran esos cristianos de la casa del César?

Eran funcionarios, empleados de la administración imperial, cristianos dedicados a los asuntos públicos. Ya entre los cristianos de la iglesia primitiva encontramos quienes, permaneciendo en la condición que tenían cuando recibieron la fe, estaban presentes en puestos de lo que hoy llamamos funcionarios públicos.
Aunque numéricamente debieron ser pocos, por la composición sociológica de la primitiva cristiandad, nunca faltaron en el Imperio Romano, pese a las persecuciones, cristianos de posición más o menos elevada que ocuparon puestos en la organización administrativa, política y militar de Roma, por ejemplo el centurión Cornelio (Hechos 10).

La participación evangélica en la política

La Biblia está llena de exhortaciones a actuar con justicia y equidad (Lev. 19:35-46; Sal. 34:16; 37:28; Prov. 21:3; Is. 58:1-14; 1 Pe. 3:14).
La Palabra de Dios presenta un tremendo desafío a los gobernantes del mundo y también a los cristianos que desean participar con integridad en el orden público y político.

Es una realidad que el nivel de corrupción en la vida pública de todo latinoamérica es alarmante. De ahí la importancia que las nuevas generaciones de políticos se alejen de las malas costumbres de sus predecesores y respondan a las necesidades de la sociedad en pos del bien común, no solamente el propio.

La participación política individual de cada cristiano es legítima, pero esta se valida en la medida que no involucra a la estructura eclesiástica en asuntos políticos.
Debemos ser capaces de separar las aguas. Siempre debemos tener en consideración que la misión de la Iglesia de Cristo no es ser reconocida por el Estado ni ningún otro agente, sino la predicación del evangelio de Jesucristo y el hacer discípulos. Esa es su razón de ser y su fin último; ese debe ser el núcleo de la influencia de la Iglesia.

No es la estructura eclesiástica la que entra a la esfera política, sino más bién son los cristianos quienes activan en la vida pública, en la vida política.

CAPACITACIÓN PARA LÍDERES

¿Cómo nos involucramos?

Dado el contexto de la política en México y América Latina, permítanme dar algunas sugerencias a aquellos cristianos que desean involucrarse:

  1. Empieza buscando la guía del Señor en todas tus decisiones (Sal. 19:8).
  2. Sigue buscando la guía del Señor por medio de la sabiduría de tu iglesia local y tus líderes (Prov. 15:22; Heb. 13:17).
  3. Antes de postularte, prepárate, no improvises; que tus propuestas sean consistentes y contextualizadas (1 Pe. 3:15; Prov. 1:7-9).
  4. Ten bases escriturales sólidas para tus opiniones políticas; esto te permitirá elaborar propuestas conforme al caminar cristiano y el evangelio de Jesucristo (2 Tim. 2:15).
  5. No demonices las posturas que no compartes; deja los desacuerdos persistentes a los pies de nuestro soberano Dios (Col. 1:13).
    -Asimismo, siempre ten presente que hay libertad de conciencia; por eso no condenes a hermanos en la fe que no piensan igual que tú.
  6. Ten presente que los principios basados en el verdadero evangelio siempre incomodarán en algún grado a los incrédulos (Mat. 10:34-36; 16:24).
  7. Recuerda que la legislación no es la clave para resolver los problemas morales.
    -La decadencia moral del país es un problema espiritual. La solución también debe ser espiritual (2 Cor. 10:4-6).
  8. Individualmente, el centro de cambio en el ser humano no es la política sino la gracia de Dios (Tit. 2:11-12).
  9. Recuerda que ninguna acción del Estado contra los principios morales podrá impedir que los propósitos de Dios sigan su curso (Jn. 18:36).
  10. Aprovecha al máximo las oportunidades de promover la justicia social y el bienestar de la comunidad. (1 Tim. 6:11; Lev. 19:35-36a). Ej. José en Egipto.
  11. Si eres pastor, mi humilde consejo es que no te involucres apoyando a un solo candidato o directamente en la política, por varias razones.
    1. En primer lugar, debes ser conocido por predicar el evangelio y ser influencia en la vida moral de la comunidad.
    2. En segundo lugar, si te involucras en las jornadas de la política, ¿qué pasara con tu ministerio? Esa es tu verdadera vocación y llamado ante Dios (Hch. 20:28).
    3. No involucres directamente a tu iglesia en la política, pues esa no es su misión (Mat. 6:24; 28:19-21).
    4. Lo anterior no quita que guíes a tu congregación en el desarrollo de buenos ciudadanos y participación cívica desde una perspectiva bíblica (1 Tim. 2:2).

Lecciones de la historia, y de la vida y obra de Jesucristo

La historia nos otorga lecciones de las cuales debemos aprender.

  • Los cristianos que desean involucrarse en política deben contribuir a la cohesión y no a la división del movimiento. Como cristianos debemos dar ejemplo de unidad frente a la sociedad (Rom. 12:4-5).
  • En este contexto, presentar diversos proyectos políticos confesionales solo contribuirá al debilitamiento más que a potenciar la participación política. Por tanto, debemos dejar de lado nuestros individualismos y fijarnos en un bien común mayor.

 

La vida y obra de Jesucristo mismo nos dejan varias lecciones.

Cuando inicia su ministerio, Jesús lee las palabras de Isaías: “El Espiritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperacion de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor” (Lc. 4:16-19).

Aunque nuestra vida y obra no es salvífica como la nuestro Señor, sus intenciones deben estar presentes en nosotros.

El que participe en política debe siempre considerar esta premisa en sus decisiones y proyectos, para así asegurarse que su actuar concuerde con la vida y obra de aquel que nos salvó y nos liberó por su soberana gracia.